( elegidos y mezclados caprichosamente )
como la navaja / del nómade, la pampa
el cielo azul / haciendo / como si flotara
mirar el mundo como hay que mirarlo: de costado.
apaciblemente inclinado / contra ese muro de carne
rozando mis cabellos. / La santa lentitud de las caricias.
dobla el muro / de una mujer
inclinada y las piernas / correctamente unidas
en la insaciable boca / de ese hombre, su melena
para que se blanqueen / y por posibles dominios se vayan
para clausurar, perder, / decir adiós, y nada
el estilo de los dichosos es / encontrar natural todo
son las cuatro de la mañana / y / una palabra más
encontrar que era: cantar hosannas / de placer y pulir / cacerolas de peltre
y un agrio olor / bajo las faldas
al trasluz de la ciudad / una masacre ocurre
los cadáveres / fueron arrojados por ahí / cerca de un naranjo
con su techo amarillo / de injusticia y hasta de rencor
una orgía de verde / que aturde, chirriante
si pudiéramos saber / con bastante suficiencia / lo que es eso
como un ángel descontento / dando vueltas, armado
en algún escenario / hasta el último pelo
con más razón podría / palpar a mis muertos, / oír sus pasos, decirles
Como ellas entrecrucé las manos, miré / con ojos de estatua, pero / me latía una vena
Bien se está allí, debajo.
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Livia Mesa
La mirada de los cangrejos
Ediciones Último Reino
Marzo de 1999
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