sábado, 17 de marzo de 2007

En la mesa de al lado - 001



—¿Y? ¿Vas a venir a nuestro café literario?

—No.

—¿Y por qué?

—Porque no me va.

—¿Te creés superior?

— ...

—¿No contestás?

—Mirá ; por lo general no doy explicaciones de lo que hago, pero hay ocasiones, especialmente malolientes, cuando hago excepciones.

— ...

—Te lo explico de otro modo : es justamente por la literatura, o por la poesía, suponiendo que los dos escuchemos lo mismo cuando alguien dice «poesía», cosa que dudo, y mucho. Para encontrarse y tomarse unos vasos de vino o cerveza o anís sin diluir, no hace falta soportar a los peores lectores del día ... Aunque debo aceptar que, cada tanto, aparece uno que sobresale y paga las rondas de esa noche.

—Vos te creés más allá de todo.

—Ojalá. Me sentiría más tranquilo y podría hacer como si no estuvieras acá ... Ya que estamos, te hago notar que me senté en esta mesa antes que vos y no recuerdo haberte invitado ... Pero, bueno, ya estamos acá ... Así que ... Digamos que, si quiero buena literatura, o poesía, me quedo con los libros y en casa o en otra parte donde haya menos ruido a galocha nueva.

—¿No te interesa la distribución equitativa? ¿Preferís a los escritores en el Parnaso?

—Mirá ; si querés cambiar las cosas, lo que tenés que hacer es la revolución. Leer poemas en la noche «bohemia» está bien encastrado en el sistema del amo y el esclavo ; que vos en particular creas que elegiste ser el esclavo no te vuelve inocente.

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(¿habrá más?)

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