Llegaron del Norte, del Sur, del Este y del Oeste.
      Traían su viejo rencor y su más vieja esperanza.
      Llegaban ahora, en este momento, pero no estaba en marcha desde hoy o desde ayer, sino desde el fondo del tiempo.
      En realidad, la mayor parte había sucumbido en esta marcha —no quedaba el más leve rastro de su dolor, de su humillación, de su fracaso— y los que llegaban ahora, llegaban para ser burlados nuevamente.
      Irrumpieron en la plaza como una ola gigantesca, una ola de rostros oscuros, sin nombres, que se hamacaba con sombría pesadez.
      Alguien, de nuevo, les iba a decir: Pueblo.
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Haroldo Conti
La causa
Cuentos completos
Emecé, BA, 1994
[ p.111 ]
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