sábado, 6 de abril de 2013

Escribir es darle al otro la última palabra


   
(...) escribir es darle al otro la última palabra y reconocer que la palabra le da al sujeto sus primeras certezas y sus múltiples incertidumbres. Quienes pueden escuchar aquí un fetichismo del lenguaje, quizá nunca comprendan que hay una vertiente fetichista en la escritura porque allí se anticipa la muerte y porque se llama vida al tiempo lógico de las palabras.


Palabra enuncia aquí el orden simbólico de los seres parlantes, continuidad de la historia en la discontinuidad de los cuerpos, acechanza del deseo en el hallazgo poético, sufrimiento del goce en el enigma insistente de esta necesidad que nunca terminará de escribirse.



Del artículo “La historia no es todo”,
(sin mención de su autor), “Literal”,
Nº 4/5, noviembre 1977, Buenos Aires.











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