sábado, 6 de abril de 2013

Los creadores de indudable talento


   
Han abundado y abundan los creadores de indudable talento cuyas valoraciones críticas de sus colegas son por lo menos discutibles. Schopenhauer dictaminó que Hegel, Fitche y Schelling eran farsantes de la peor especie; para Saint-Beuve no existió el talento de Stendhal; Tolstoy consideraba “King Lear” como una de las peores obras dramáticas jamás perpetradas; George Santayana tildó de “bárbara” la poesía de Whitman y de Browning; Sartre consideraba a Georges Bataille un místico de nueva ralea y no entendió a Nabokov; por su parte, Nabokov despreciaba cordialmente a Freud, Sartre, Faulkner y Conrad, entre otros; Borges deploraba a Beckett y Bertrand Russell tenía a Heidegger por un cuentista, etc... ¿Para qué seguir? Cuanta más personalidad tiene un artista o un pensador más probable es que juzgue con agresiva subjetividad a quienes practican los registros espirituales que El descarta.



Fernando Savater,
“La república de los intelectuales”,
en «Aleph», Nº 78, julio/sept. 1991,
Manizales, Colombia.







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