I
- David - Miércoles 31 de diciembre de 1980
Fue
un aletazo de aquéllos que aparecen, sin aviso, entre el filo de dos segundos
sin importancia y que, de no ser acusados, aceleran hacia la oscuridad como si
nunca hubieran existido.
Fue
una encrucijada exacta y, esta vez, la mariposa blanca no dudó en lanzarse al
fuego.
Para
David, tomó la forma de un resplandor inusual para comienzos de septiembre; lo
vio llegar por el rincón del ojo derecho y el impacto apenas le produjo dolor.
Quiso sacudírselo como quien espanta un insecto, pero desde un segundo antes de
iniciar el movimiento, supo que era tarde. El tiempo, la parte que lo sostenía
en el presente, se detuvo, y otro reloj echó a andar, aquél que llevaba
detenido veinte años, desde los últimos días de 1980.
Y
se encontró, tras un salto instantáneo, en su escritorio de la calle Maipú.
Desde el grabador, apoyado en la mesita baja a su derecha, Joni Mitchell
cantaba "River". El perfume de los pensamientos que lo cubrieron fue
lo único que se mantuvo igual.