lunes, 7 de enero de 2008

Recuerdos del desayuno



Hoy,
pasea por mis sueños el soldado que murió a los veinte con los sesos secos por la malaria rodeado de animales albinos que desenterraban las raíces transparentes de los plátanos.
                                                      Él sale de un pueblo de Nicaragua o Tailandia y entra en la torre de Segismundo enfermo por la piedra y sale. Entra en el lago de Ekebú entre los gansos sagrados de los hielos y duerme. Entra en el jardín del ruido del agua y busca y llora y por la mora traidora que se dejó matar donde nada nunca nadie escucha y después entra en el salón del príncipe de los rojos estilóbatos, con el trono del tigre y las olas de juncos tornasolados por el cobre y es el fin de la siesta que llega para siempre. Las bibliotecas se derrumban, la nieve cae en los salones y cae sobre los lomos opacos de los libros. Duerme carajo, vida que nunca fuiste. Otro milenio esperando la orquídea. Los filósofos piensan que piensan en cómo no pensar y
yo escribiendo : otro milenio esperando a los bárbaros.
      Buenos Aires, precioso collar hecho con las sobras de occidente. El tiempo no es parte de las ciencias. Esta canción será la eternidad. Recuerdos del desayuno. Tajo y lirio. El mundo está perdido. Yo también quiero perderme. Bosque y tormenta. La poesía nos saquea. Recuerdos del desayuno. Recuerdos de la infancia. Recuerdos del amanecer. Humo y humo. El día se termina y la poesía nos saquea.



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Rosario Sola González
El humo de los músicos
Ediciones Ríos al Mar - 2000
Paraná - Entre Ríos - RA
[ p.39 ]

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