( Barrio viejo )
El poeta
acaricia el lustre       irregular
de una bala
El asesino
escribe su nombre
en el canto de un lápiz
El arma
humea
en la mano del poeta
La ironía sabe a futuro
y el asesino sonríe
hacia la esperanza que cuelga
de los cables
con lengua obscena
El poeta
presiente
los atractivos de la desobediencia
sobre todo cuando se apuesta fuerte
mira hacia el final del asfalto y ve :
Jadea
Leonor
lo suficientemente lejos
como para tener que adivinar
las líneas de su cara
pero cinco pasos antes
de convertirse en recuerdo
El asesino
mira el cielo y reconoce
las mismas nubes rojas
Pasan dos parlantes
arrumbados
al techo de un auto
El poeta
se sienta en la vereda del bar
y guarda el arma
baja la cabeza y murmura :
Lo único sagrado es la soledad
Mira al asesino y lo fija en su pupila
lo anochece
Las luces se prenden
los movimientos       más livianos       fijan coordenadas
la penumbra los vuelve privados
El asesino y el poeta desaparecen
y garúa sobre la tierra
sedienta
del Pasaje Shakespeare
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