domingo, 31 de agosto de 2008

Contrabando

                                                                  ( Barrio viejo )

El poeta
acaricia el lustre       irregular
de una bala

El asesino
escribe su nombre
en el canto de un lápiz

El arma
humea
en la mano del poeta

La ironía sabe a futuro
y el asesino sonríe
hacia la esperanza que cuelga
de los cables
con lengua obscena

El poeta
presiente
los atractivos de la desobediencia
sobre todo cuando se apuesta fuerte
mira hacia el final del asfalto y ve :

Jadea
Leonor
lo suficientemente lejos
como para tener que adivinar
las líneas de su cara
pero cinco pasos antes
de convertirse en recuerdo

El asesino
mira el cielo y reconoce
las mismas nubes rojas

Pasan dos parlantes
arrumbados
al techo de un auto

El poeta
se sienta en la vereda del bar
y guarda el arma
baja la cabeza y murmura :
Lo único sagrado es la soledad
Mira al asesino y lo fija en su pupila
lo anochece

Las luces se prenden
los movimientos       más livianos       fijan coordenadas
la penumbra los vuelve privados

El asesino y el poeta desaparecen

y garúa sobre la tierra
sedienta
del Pasaje Shakespeare



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