sábado, 16 de agosto de 2008

Lo que enseñan los cuentos



He oído a ciertas personas decir delante de criaturas de tierna edad que leer es cosa muy educativa: sin deseo de caer en extremismos creo que deberían ser quemadas a fuego lento. No sé si leer es cosa muy educativa, lo único que sé es que la educación resulta de entrada el motivo menos seductor para dedicarse a la lectura. Cuando pienso en una lectura educativa me imagino uno de esos diálogos beckettianos recomendados por los oligofrénicos profesionales para aprender idiomas: "¿Es su padre torero o posee una casa en las afueras? Mi vecino me ama y tiene una bufanda, etc..." Aunque mi ineptitud para aprender idiomas no me recomienda precisamente como ejemplo puedo asegurar que he aprendido a leer en inglés gracias a Lord of the Rings, dos diccionarios y un maravillosamente largo mes de agosto. La mínima sospecha de que estaba contribuyendo a mi perpetuamente deficiente educación me hubiese desmovilizado por completo: yo sólo quería saber qué les iba a ocurrir a Frodo, Pippin y Aragorn. Quizás a fin de cuentas conseguí educarme un poco, pero lo verdaderamente importante es que aprendí otra estupenda historia [ ... ]

[ ... ] Pero aún hay algo más profundo en los relatos de aventuras: la percepción mítica de que aun lo peor del mundo, lo más hostil a la personalidad y fraternidad humanas, lo que menos repara en nosotros o más nos amenaza, quiere también ser regenerado por nuestro esforzado coraje. Pide, desde su rugiente animadversión, ser incorporado a nuestra tarea. En el cuento, el dragón no es un obstáculo para llegar a la princesa, sino el medio de alcanzarla: aún más, es la princesa misma, que espera nuestra conquista y nuestro amor. En sus Cartas a un joven poeta escribe alguien tan poco sospechoso de embotada sensibilidad como Rainer María Rilke: "¿Cómo habríamos de olvidar esos antiguos mitos que están en el comienzo de todos los pueblos, los mitos de los dragones, que, en el momento supremo, se transforman en princesas? Quizá todos los dragones de nuestra vida son princesas que esperan sólo eso, vernos una vez hermosos y valientes. Quizá todo lo espantoso, en su más profunda base, es lo inerme, lo que quiere auxilio de nosotros". Sencillamente, pienso que no puede brindarse lección más alta ni más honda. De hecho es tan alta y tan honda que ya no es una lección en absoluto, no tiene nada que ver con la educación como formación profesional ni con ninguna otra forma de instrucción funcional.



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Fernando Savater
"Lo que enseñan los cuentos"
artículo publicado en el suplemento de
"La Nación" del 15-10-89

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