miércoles, 17 de septiembre de 2008

Refugio manco



Nadie conocía la aventura que había impulsado al Padre Serafín a refugiarse entre los monjes. Sólo se sabía que llevaba tatuado un nombre en el antebrazo derecho. Los niños del coro lo habían leído mientras el sacerdote, al predicar, dejaba caer las anchas mangas de su hábito color carmelita. Era un nombre de mujer: Elinor, que es también nombre de hada en las viejas novelas de caballería.



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Guillaume Apollinaire
El sacrilegio

El heresiarca y cia.

Versión española de Juan Esteban Fassio
Centro Editor de América Latina
Capítulo / Serie Narradores de Hoy
BA - 1972
[ p.17 ]


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