domingo, 28 de noviembre de 2010

La canción de Penélope

de Louise Glück


Alma pequeña, perpetuamente desvestida y pequeña,
hacé ahora lo que te pido, trepá
las ramas como estantes del abeto;
esperá ahí arriba, como
un centinela o un vigía. Él llegará pronto a casa;
te corresponde ser
generosa. No has sido completamente
perfecta tampoco; con tu cuerpo acuciado
has hecho cosas de las que no deberías
hablar en poemas. Por lo tanto
llamálo por sobre las aguas abiertas, por sobre las aguas brillantes
con tu canción oscura, con tu canción lúcida,
y anormal —apasionada,
como María Callas. ¿Quién
no te querría? ¿El apetito demoníaco de quién
no serías capaz de saciar? Pronto
ha de volver de donde quiera que va entretanto,
bronceado por su ausencia, queriendo
su pollo asado. Ah... tenés que saludarlo,
tenés que agitar las ramas del árbol
para llamar su atención,
pero con cuidado, con cuidado, para que
su cara hermosa no resulte desfigurada
por la caída de tantas agujas.
 
 
De Praderas (El título en inglés es Meadowlands —habría también que tener en cuenta que pudiera tratarse del nombre de un lugar)
Nota: todo este libro gira alrededor de Penélope y Ulises; por lo que no sería raro que hubiera en este poema alusiones a lo dicho en otros.

- - -

Penelope's Song
 
Little soul, little perpetually undressed one,
do now as I bid you, climb
the shelf-like branches of the spruce tree;
wait at the top, attentive, like
a sentry or look-out.  He will be home soon;
it behooves you to be
generous.  You have not been completely
perfect either; with your troublesome body
you have done things you shouldn’t
discuss in poems.  Therefore
call out to him over the open water, over the bright water
with your dark song, with your grasping,
unnatural song—passionate,
like Marie Callas.  Who
wouldn’t want you?  Whose most demonic appetite
could you possibly fail to answer?  Soon
he will return from wherever he goes in the meantime,
suntanned from his time away, wanting
his grilled chicken.  Ah, you must greet him,
you must shake the boughs of the tree
to get his attention,
but carefully, carefully, lest
his beautiful face be marred
by too many falling needles.
 
 
From Meadowlands (The Ecco Press, 1996)