Nos decía Baldomero, entre otras cosas:
“Cuando un
compañero me propuso que lo sustituyera durante varios meses como practicante
de la Asistencia Pública de La Plata, acepté con toda alegría: fuera como
fuera, era salir de Buenos Aires, una hora de tren, un paisaje por la
ventanilla, gentes desconocidas, era viajar”...
Y acá fue
donde tuve que detenerme y volver atrás algunos pasos: ¿una hora de tren?... ¿a
La Plata?... ¿en tren?...
Si miramos en
la biografía de Baldomero, veremos que nació en 1886; vale decir que si podía
ejercer como practicante, debía de tener unos 25 años; esto nos ubicaría
alrededor de 1911 —minutos más, minutos menos.
O sea
que allá por entonces, hace como cien años, se podía viajar en tren a La Plata
desde Buenos Aires ¡y llegar en una hora!
Lo primero que
viene a la mente es que los ferrocarriles andaban mucho mejor que
ahora. Claro que, enseguida, me llegó la voz de la sabiduría popular o, bueno,
puede que no tan popular después de todo sino de alguno que otro habitante del
pueblo que todavía resta, y comprendí que lo que verdaderamente pasaba era que,
por entonces, las horas eran de mejor calidad y duraban más que las de hoy.
Nota :
La cita fue tomada de “Poesía y prosa”,
de Baldomero Fernández Moreno, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires,
1968. Este libro está compuesto por selecciones de los libros de Baldomero
realizadas por Nora Dottori y Jorge Lafforgue; la que nos interesa pertenece a
“Vida y desaparición de un médico” publicado en 1957 (póstumamente).