miércoles, 9 de abril de 2008

Una dualidad errante



A fines del siglo pasado, un poco antes de morir, Mallarmé publica Un coup de dés. En Los signos en rotación (1965) me he referido a la significación de ese texto. Repetiré que su publicación señala algo más que el nacimiento de un estilo o de un movimiento: es la aparición de una forma abierta que intenta escapar de la escritura lineal. Una forma que sin cesar se destruye y recomienza: regresa a su nacimiento sólo para volver a dispersarse y volverse a reunir. La página también deja de ser un foro: es un espacio que participa en la significación, no porque la posea en sí misma sino porque vive en relación de alteridad y conjunción, alternativamente, con la escritura que la cubre y la desnuda. La página es escritura, la escritura, espacio. El poema cambia de significados a medida que cambia la posición de sus elementos: palabras, frases y blancos. En rotación constante, en busca perpetua de su significado final, sin alcanzarlo jamás del todo, el poema es un mecanismo de transformación como las células y los átomos. Estos son transformadores de energía y vida; el poema, de representaciones simbólicas. Unos y otros son aparatos metafóricos... Todas las obras que realmente cuentan en lo que va del siglo, sea en la literatura, la música o la pintura, obedecen a una inspiración análoga. No el círculo en torno a un centro fijo ni la línea recta: una dualidad errante que se dispersa y se contrae, una y mil, siempre dos y siempre juntos y opuestos, relación que no se resuelve en unidad ni en separación, significado que destruye y renace en su contrario. Una forma que se busca.



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Octavio Paz
Corriente alterna

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